Ligia Minaya
Tiempo a tiempo, año tras año, día a día, se comienza a recorrer un camino que, aunque paso a paso, se va yendo de un lugar a otro y cambiando todo lo que ha pasado a nuestro alrededor, se hace despacio porque los años crecen. Hay quien dice que no todos lo entenderán, que hay quien quiere vivir por igual cómo y dónde, y hasta cuando, vivió en su tiempo pasado. Que quiere que el presente sea igual, y dejar atrás cosas ya vividas, o sea como vivió cuando era joven. Y la verdad es que de alguna forma se está allí, con un aliento reconfortante pero con otro comportamiento, con otro cuerpo, otra salud, otras personas, aun así, lo más auténtico es que no se puede ya vivir de una manera abierta como cuando se era joven. ¿Se podrá seguir viviendo de una manera transparente? Es posible si se piensa y se reflexiona de lo que ha vivido y que se nos presente algo parecido. Hay personas que no olvidan, que no perdonan, que su inteligencia continúa con o sin regreso y sus próximos pasos no caminan como debe ser.
Estuve allí, algo me pasó, he sido cuidadoso, tuve miedos, sentía alegrías, estuve capacitado y otras veces no lo fui de extremo a extremo, así será. Para vivir los años presentes y compartirlos con la vida de hoy el pasado es un historia buena de recordar pero difícil de estar presente en los años que nos quedan por vivir. Hacer paz con el pasado es lo mejor que nos puede pasar por el presente. Ahora con estos muchos años se puede estar bien en la casa, perdonar todos los errores, estar más cómodo en la cama, recordar lo bueno que se ha hecho, con menos preocupaciones y más alegría día a día. La vejez puede llegar a ser lo más tranquilo de la vida.
Sé que los muchos años nos hacen caminar despacio, comer menos y también dejar a un lado algunas cosas que nos gustan, pero es rico comer lo que nos apetece, pero ahora, una sola vez al año, aunque el médico nos lo prohíba.
Aunque ya no hagas todo lo que hiciste en tus años de juventud, como lo que te daba la gana, ahora solo puedes beber un licorcito o una cervecita, saborear una longanicita, salir a caminar aunque sea despacito, leer todo lo que te da la gana y decir tres malas palabras cuando estés encojonado, ríete de ti mismo cuando recuerdes tus metidas de pata, duerme tu siesta y sueña con tus amores prohibidos de antaño que ya no tienen vida y, aunque a veces te sientas triste y la depresión se apodera de ti, trata de que los recuerdos y deseos no te maten.
Mira para atrás y para adelante, siente el amor de tus hijos, tus nietos, la familia que te queda, tus amigas y amigos, por todos los que están a tu lado y trata de ser feliz con la calma y aún con la frecuente soledad que dan los muchos años.
Diariolibre.com. Saudades.ENE 2016, 12:00 AM