Ligia Minaya
Es una novela que nos va llevando, paso a paso, por caminos que quizás hace tiempo no recordamos. Una tragedia, una locura, una arbitrariedad, asesinos, calieses, dictador, poemas, cantos, música, historias de un pasado, envuelven con la mano del escritor de San Cristóbal, Diógenes Valdez, una etapa de la vida dominicana y puertorriqueña que nos toca a todos el corazón. Julia de Burgos, poeta famosa y muy querida, cuenta su historia, sus dolores, sus deseos, sus amores, sus penas y entra en su mundo sus poemas sublimes, históricos y preciosos. El manicomio de Nigua abre sus puertas al famoso cantante Eduardo Brito y lo encierra en un lugar donde los locos son muy locos y otros son señalados por la dictadura como políticos-locos.
Entre un lugar hermoso como Puerto Rico, pero la pobreza de Julia, y en el asqueroso manicomio de Nigua donde sobreviven y otros mueren por enfermedades o torturas, el escritor de esta bella novela va contando casos, episodios, un tanto dolorosos los más y otro tanto inquietante los otros. También está presente la figura del dictador Trujillo. Así, al leerla, se va entrando en lugares y situaciones, unos concretos, otros por donde quiere el novelista que vayamos y otros más por donde va pasando nuestra mente al leerla. La novela tiene su estilo propio, como bien escribe poemas, cuentos, ensayos y novelas este autor, Premio Nacional de Literatura 2005.
Es que cada escritor escribe y relata a su modo y con su manera de ver y apreciar las cosas, un pasado, un presente y también un futuro. Por eso, leer con calma y por separado, cada libro, nos lleva a ir por mundos diferentes, a disfrutarlos, a sonreír, a pensar, y hasta a llorar junto a cada capítulo leído. No se puede negar que hay también "inventos" sabrosos que dejan a la imaginación en un suspiro. Leer una novela como esta es un regalo del cielo.
Escribir, hasta una carta (que ya no se escriben como años atrás) es a veces un delirio, otras veces un afán, alguna vez un problema que hay que ir solucionado poco a poco, y muchas veces es un don de la naturaleza que tiene quien escribe aunque sea un párrafo, un cuento breve, una pequeña novela y hasta dime que yo te diré.
Aquí, en esta novela, Julia de Burgos, sufre los efectos de la Guerra Mundial, pero también hay momentos alegres de esa exquisita mujer. Eduardo Brito pierde la paz, su voz, su memoria, sus canciones, y, sin embargo, permanece en la memoria dominicana como lo que fue, lo que ha sido y lo que continúa siendo: Un ejemplo. Por lo cual Diógenes Valdez, cuenta como Las Estatuas Derribadas, continúan presente, con vida, con buenos recuerdos. Nadie puede borrar estos recuerdos. Nadie puede dejar a un lado las estatuas derribadas cuando son la vida y el pasado de los famosos. Nadie puede olvidar a los contrarios a la dictadura que vivieron hasta su muerte en el asqueroso manicomio de Nigua. Por eso esta novela es para que no olvidemos nuestra historia.
Punto y aparte: Estoy aquí, disfrutando de RD, mi patria querida.
Diariolibre.com. Saudades|05 jul 2014