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Quienes estaban al mando de Policía dan su versión

QUITO. La asambleísta Lourdes Tibán (PK) se presentó ayer a la Fiscalía, pero no declaró. Recibió el apoyo de su colega del MPD, Jorge Escala (i).

El testimonio de la asambleísta de Pachakutik, Lourdes Tibán, quedó postergado para un segundo llamado porque se negó a cumplir con esa diligencia a falta de un traductor en la Fiscalía para declarar en quichua, su lenguaje natal.
Tibán fue convocada por el fiscal Gustavo Benítez, encargado del caso que investiga la toma de las instalaciones de Ecuador TV.
La asambleísta fue la primera integrante de la oposición en ser convocada por la Fiscalía para rendir su versión sobre los hechos del pasado 30 de septiembre, en los que supuestamente participó ella y su hermano y ex miembro de la escolta legislativa, Marco Tibán.
Antes de ingresar a la Fiscalía, Tibán dijo que ella y su hermano son perseguidos políticos.
En esta ocasión, Tibán negó ser una de las supuestas instigadoras del intento de golpe de Estado que habría ocurrido el pasado 30-S, para deponer al régimen de Rafael Correa, tal como lo afirma el Gobierno.
Respecto de su supuesta participación, Tibán dijo: “Solo un collage mediocre y barato de TC Televisión, que se no ha investigado para hacer noticia de lo que supuestamente pasó”.
Así, la asambleísta anunció que pedirá el material no editado del video que sacó al aire ese canal, en poder del Estado tras su incautación en el 2008, para que le demuestren, dentro de la demanda internacional que presentará, cuándo ella otorgó su respaldo al supuesto golpe de Estado, que no se dio; además, exigió a la Fiscalía convocar al mandatario Correa para que rinda su versión, igual que su hermano, Marco Tibán.
“Quiero ver detenido a los culpables de no poder manejar un conflicto interno“, agregó.

Relevo de mando, en hospital policial, tras el reclamo de Correa


“Ni sé el nombre de este tipejo, pero que sepa con quién se está metiendo: soy el Presidente de la República ¡pedazo de majadero!... Tú eres mi subalterno y no puedes estar tratando de hacer quedar como mentiroso a quien es tu jefe”, decía el sábado Rafael Correa durante su enlace semanal 193.
El Mandatario se refería al coronel César Carrión, director del hospital de la Policía, quien declaró en un especial de la cadena estadounidense CNN –sobre los hechos del 30 de septiembre– que no había nadie armado en el piso donde estuvo Correa tras ser agredido por policías que se sublevaron.
“En el tercer piso (del hospital de la Policía) solamente estaban el personal médico y la seguridad del señor Presidente, no he visto que alguna persona haya estado directamente con un arma” cerca del Jefe de Estado, mencionó Carrión en el reporte del medio extranjero.
Esa declaración encolerizó al Presidente, al punto que en el enlace sabatino pidió su salida del cargo y de la institución de forma inmediata. Como respuesta, la cúpula ya analiza su traslado a otra dependencia.
“Ahora tengo un nuevo dato, que este señor, director del hospital policial, teniente coronel este tipo, es un conspirador abierto, es el que da las declaraciones que el Presidente nunca estuvo secuestrado.
“Imagínense este tipo, teniente coronel, y dando declaraciones a CNN que yo no estuve secuestrado, o sea el Presidente es un mentiroso... ¡cuánta maldad humana!, ¡y esto es oficial de la Policía!”, indicó Correa el sábado.
Ese día, la misma cadena internacional recogió la reacción del Mandatario y volvió a mostrar la versión de Carrión en el reportaje que llamó ‘¿Sublevación o golpe?’
El analista político Luis Eladio Proaño menciona que la búsqueda de otras versiones sobre los hechos del 30 de septiembre por parte de la prensa extranjera se debe a que la tesis de que hubo intento de golpe en Ecuador no se cree afuera.
“La CNN fue bastante objetiva, puso gente que le dijo cosas muy duras al Presidente, con eso le está indicando (al Gobierno) que no se tragó la tesis de que esto era un golpe, de lo contrario no hubiera buscado testigos del otro lado”, asegura el analista.
Para Antonio Tramontana, experto en marketing político, el régimen utiliza metodologías y simbolismos, y para ese hecho usa la que él llama ‘VV’, “que significa victoria y víctima”.
Explica que la técnica comunicacional es utilizada a la medida de lo que se quiere hacer escuchar y que el Gobierno, ante la comunidad internacional, tiene que demostrar y fundamentar que hubo un intento de golpe de Estado, pero ante estas voces (la del director del hospital de la Policía) no termina de perfeccionar esa comunicación, aunque casa adentro se incremente la publicidad oficial.


Réquiem por el segmento

Francisco Febres Cordero
Tristísimo estoy. Y es que la decisión del excelentísimo señor Presidente de la República de suprimir de su programa sabatino el segmento La libertad de expresión ya es de todos, me ha dejado acongojado.

¿Quién le aconsejaría? Ah, ya sé, la inteligencia ha de haber sido. No pues la inteligencia propia de él, sino la inteligencia de sus asesores de inteligencia que son los que a las sublevaciones, con su inteligencia, después las convierten en golpe. Le han de haber dicho cuidado, señor Presidente, que los periodistas están cabriados por tanto que usted les insulta y planean hacer una asonada, secuestrarle y meterle en un cuarto con televisión para que usted vea, una tras otra, las cadenas del Gobierno, desde la primera hasta la última. ¡Qué tortura! ¡Pobre Presidente, encadenado a las cadenas! Y como la inteligencia ha de haber descubierto que el complot iba adelante, le ha de haber dicho stop que, en el lenguaje cifrado de la inteligencia, quiere decir pare.

Y el Presidente, asustadísimo, paró y suspendió el segmento.

¡Qué mal asesorado que está el excelentísimo señor Presidente de la República! ¡Qué desinteligenciado de inteligencia! No sabe que los periodistas estábamos felices con ese segmento y lo esperábamos con avidez para saber cuál mismo era el periodista enano que ni siquiera le llega a la cintura. Como a veces no decía el nombre, nosotros ya nos lo imaginábamos y decíamos, con toda razón, chuta, a ese mejor está de expulsarle del gremio porque nuestro oficio es de altas miras y por eso mismo podemos otear el horizonte desde arriba. Cómo sería que más que un título universitario íbamos a exigir 1,70 de estatura, por lo menos, para que los periodistas pudieran tener carné. Pero ahora, sin ese segmento, ¿cómo vamos a seguir midiendo a los periodistas? ¿Con qué vara? ¿Bajo qué parámetro?

¡Qué iras que me da! Gracias a ese segmento también podíamos conocer de manera inequívoca que lo que la prensa corrupta decía que era verdad, en realidad era mentira. Por ejemplo, cuando se anunció que el Ecuador estaba libre de analfabetismo y se cantó patria tierra alfabetisada de onor y de idaljía, en realidad, la patria no había estado alfabetizada y por eso la canción salió entonada con faltas de ortografía. Híjoles, pero eso no creo que dijo la prensa corrupta, sino el Gobierno. ¡Ya mice un lío!

Pero bueno, lo cierto es que los periodistas estábamos pendientes, cada sábado, de saber cuál mismo era el ignorante, el idiota, el imbécil, el bruto, el tipejo, el limitadito, el enfermo, el tonto, el miserable, el bocón, el buitre, el canalla, el charlatán, el cizañoso, el chismoso, el descarado, el envidioso, el falseta, el gallinazo, el hipócrita, el incompetente, el indigno, el inestable, el infantil, el inmoral, el irresponsable, el majadero, el mercenario, el mitómano, el payaso y el perverso, para reconocer que estábamos por el mal camino y ¡oh!, arrepentirnos y volvernos buenitos.

Pero ahora, con el entierro y la subsiguiente dolorosa sepultura de ese segmento ¿qué vamos a hacer? Hemos perdido para siempre, la orientación, el rumbo, la voz que nos orienta, la que nos guía. ¡Ya lloro!

Tibán: ‘Correa no hubiera muerto por mártir, sino por cojudo’

La asambleísta de Pachakutik, Lourdes Tibán, en declaraciones a Radio Quito, sostuvo ayer que el presidente Rafael Correa “no hubiera muerto por mártir, sino por cojudo”, al referirse a los hechos registrados a la sublevación policial del pasado 30 de septiembre, en el Regimiento Quito Nº 1.
La asambleísta sostuvo en su entrevista que se expresa en palabras que el pueblo ecuatoriano entiende, “si eso lo toman a mal, que lo tomen”, afirmó.
Añadió que el Presidente de la República desobedeció a sus ministros al ingresar al regimiento diciendo: “Yo quiero ser el máximo”.
Tibán agregó que el 30-S no hubo ni golpe ni autogolpe en el país y lo que sí hubo fue un golpe de estado a la libertad de expresión.

Veeesa...

martes 19 de octubre del 2010
Bonil

Correa ya no criticará a los medios los sábados

lunes 18 de octubre del 2010
Bonil

Toda imitación es pura coincidencia

viernes 15 de octubre del 2010
Bonil

‘Coincidencias’

Emilio Palacio
El hombre primitivo tiende a darle una enorme importancia a las coincidencias más extrañas. Ve pasar un gato negro y si muere en ese instante un amigo o familiar, sacará la conclusión de que los gatos negros traen mala suerte. A partir de allí, no recordará jamás al millón de gatos que antes se le cruzaron sin consecuencias mayores, pero cada vez que la “extraña coincidencia” se repita, el mito afianzará sus raíces en esa débil mente.
El científico, por el contrario, desconfía de las coincidencias. No come gatos negros. Exige pruebas, hechos objetivos, que demuestren ante todo los vínculos materiales que supuestamente existirían entre ambos acontecimientos. Y sin esas pruebas, descartará la “extraña coincidencia” como una vulgar superstición.
La Revolución Ciudadana, siguiendo el ejemplo del hombre primitivo, ha levantado toda su teoría del “golpe de Estado” sobre un montón de “extrañas coincidencias”.
Lucio Gutiérrez, por ejemplo, por una “extraña coincidencia” estaba ese día en Brasil. Pero en algún lugar tenía que estar, digo yo. ¿Por qué Brasil sería un lugar más “extraño” que otros? ¿Es que hay una lista de lugares “extraños” y otra de lugares a los que sí se puede visitar?
Otra “extraña coincidencia”, favorita de los voceros del Gobierno, es que el día de la rebelión policial se vio a Fidel Araujo en las afueras del Regimiento Quito Nº 1 con un celular.
En realidad, según Araujo, el asunto no tendría nada de extraño. Vive cerca del Regimiento Quito Nº 1, salió ese día temprano a hacer un depósito (tiene una papeleta para demostrarlo) y por supuesto llevó su celular, y cuando vio la protesta se acercó porque no soporta a este Gobierno, como millones de ecuatorianos.
Pero supongamos que además fue a apoyar el golpe. ¿Cuáles son las pruebas? La “extraña coincidencia” no basta. Haría falta mostrar las armas, los panfletos, las instrucciones o los planos que supuestamente llevó. Algo. Pero no hay nada.
Esta semana, uno de los canales del Gobierno reveló otra “extraña coincidencia”. En un programa que transmitieron el domingo y que luego han repetido, recordaron que la noche del 29 de septiembre, los asambleístas de oposición, por una “extraña coincidencia”, se reunieron en un hotel de Quito.
Según los asistentes, tampoco hubo allí nada de “extraño” porque vienen haciéndolo desde hace tres meses, luego de que consiguieron detener la Ley Mordaza. Ese pequeño éxito unitario los animó a actuar como bloque, y cada cierto tiempo se reúnen, como puede atestiguarlo la prensa.
Pero a los chicos del canal gobiernista esa explicación no los convenció, así que de algún modo consiguieron el video de las cámaras de seguridad del hotel (un hotel privado) que muestra a los asambleístas de oposición entrando y saliendo de los ascensores. Mostraron también la factura (un documento que no es público) de lo que consumieron. Además, la firma de la persona que pagó, y no me sorprendería si tienen hasta el número de su tarjeta de crédito. ¿Pero y sobre el contenido de la reunión? ¿Alguna intervención animando al golpe? ¿Algún texto incitando a la rebelión? Nada. La única demostración de que hubo una reunión golpista es… que la oposición se reunió.
Los jefes de la Revolución Ciudadana tienen acceso completo a nuestras vidas. Ni la intimidad de los hoteles privados escapa a su ojo vigilante. ¡Dios proteja a los amantes, las cámaras del Gran Hermano los miran!
Nos escuchan, graban nuestros movimientos, registran cada uno de nuestros actos. Pero ni así pueden demostrar lo que dicen. Son la Anti-Inteligencia. Lo único que tienen es el rastro de algunos gatos negros que más probablemente salieron a cazar ratones

A la ecuatoriana

Manuel Ignacio Gómez Lecaro
Durante un par de semanas, los ojos del mundo apuntaron a Latinoamérica. Las cámaras, los micrófonos, los comentaristas internacionales y el show mediático mundial estuvieron en Ecuador, Perú y Chile. Primero el levantamiento de la Policía en Ecuador con su sangriento desenlace. Luego el Nobel al peruano Mario Vargas Llosa. Y finalmente el exitoso rescate de los 33 mineros en Chile.
Las imágenes y mensajes que dejaron estas tres noticias en cabezas alrededor del mundo se podrían resumir así: Ecuador = inestabilidad y violencia. Perú = literatura y cultura. Chile = eficiencia y progreso.
Mientras rescataban a los mineros chilenos, empezó a multiplicarse en Twitter un juego. Consistía en imaginar y escribir lo que pasaría “si los mineros fueran ecuatorianos”.
“Si los mineros fueran ecuatorianos en vez de ayudarnos la NASA nos habría ayudado Pdvsa y la cápsula se llamaría Bolívar”, escribió alguien. “Ecuador TV sería la única cadena que transmite el rescate, de manera continua y obligatoria”. “Si los mineros fueran ecuatorianos los habría recibido Correa con la canción Patria Tierra Sagrada”, opinó otro. “Algún periodista de Gamatv diría ‘después de la larga noche neoliberal en la mina, ven la luz de la revolución ciudadana’”. “Si los mineros fueran ecuatorianos el presi diría ‘La mina ya es de todos’ y culparía a Lucio por el derrumbe”, comentó alguien. Y así, cientos más.
Más allá de las bromas del momento, la mayoría de frases nos hablaban de un país que desconfía de sí mismo. Un país acostumbrado a la desilusión, el engaño y el fracaso de sus supuestos líderes. Si en Chile el presidente Piñera equiparó la frase “hacerlo a la chilena” con hacerlo bien, con unidad y esperanza; “hacerlo a la ecuatoriana” significaría lo contrario.
Pero este sentido de orgullo y optimismo chileno no nace con el rescate de los mineros. Viene de mucho tiempo atrás. Es el resultado de un país que ha sabido vivir en democracia, en libertad, respetando su institucionalidad.
Ese sentido de orgullo no se logra repitiéndonos mil veces “Patria tierra sagrada”, eslóganes esperanzadores o frases patrioteras. De poco sirven esas canciones si no hay trabajo. Si nos roban o matan en la esquina. Si las instituciones son un chiste y el Gobierno hace con ellas lo que quiere. Si la confrontación y el insulto son la norma, y la unión y la colaboración una extraña excepción. Si la posición gubernamental se basa en atacar, desprestigiar, buscar culpables ante sus fracasos y seguir prometiendo un cambio en lugar de demostrar resultados.
Un escritor sonríe orgulloso mientras su país aplaude su éxito. Un minero abraza a su esposa mientras su país celebra. Un Presidente se abre la camisa y grita que lo maten, militares y policías disparan afuera de un hospital, un policía muere en la calle. Son las imágenes que dejaron nuestros países al mundo estas últimas semanas.
No podemos basar la situación de un país en un solo hecho, en un solo triunfo o fracaso. Pero en esta ocasión, estos sucesos parecerían revelar mucho de nuestra realidad. En el caso ecuatoriano, una triste y decepcionante realidad.
¿Lograremos algún día que “hacerlo a la ecuatoriana” cambie de sentido?

Infiltrados

Emilio Palacio
Enero 18 del 2007. El general Carlos Calahorrano, comandante general de la Policía, pide la disponibilidad a 18 generales que componen la cúpula de la institución por orden del presidente de la República, Rafael Correa.
Enero 24 del 2007. El general Mario Morán es el nuevo comandante de la Policía.
Enero 26 del 2007. El general Paco Terán es el nuevo comandante de la Policía.
Enero 27 del 2007. El general Bolívar Cisneros es el nuevo comandante de la Policía.
Abril 10 del 2008. El general Jaime Hurtado Vaca es el nuevo comandante de la Policía. Su antecesor se va por no haber informado adecuadamente al Presidente de la República sobre Franklin Aisalla, el ecuatoriano que murió en el bombardeo al campamento de las FARC. El Primer Mandatario también remueve al Director de Inteligencia y al Jefe de Estado Mayor.
Febrero 2 del 2009. El general Hurtado anuncia una reestructuración total ante las críticas del presidente Correa por la fuga del ex subsecretario de Gobierno José Chauvin, a quien luego el primer mandatario le pide perdón.
Febrero 9 del 2009. Correa ordena que disuelvan la Unidad de Investigaciones Especiales de la Policía (UIES) y remuevan a su cabeza, el mayor Manuel Silva.
Mayo 28 del 2009. El general Freddy Martínez Pilco es el nuevo comandante de la Policía.
Octubre 1 del 2010. Freddy Martínez renuncia y con él salen cuatro generales más. El general Fausto Patricio Franco es el nuevo comandante de la Policía.
Octubre 13 del 2010. Correa ordena que pasen a disponibilidad 13 oficiales de Policía.
Como se ve, en los últimos cuatro años el único que pudo “infiltrar” a la Policía es Rafael Correa, que en ese lapso descabezó a 23 generales de Policía y designó a 6 comandantes generales, uno cada siete meses. Ordenó además que disolvieran la Unidad de Inteligencia y que sus principales integrantes abandonaran la institución.
No le importó que mientras tanto el país se viese arrastrado a un remolino de secuestros, sicariato, mulas, delincuentes liberados, narcotráfico, mafias organizadas y vínculos de funcionarios públicos con el terrorismo. Tampoco le quitó el sueño que la institución, sometida a semejante manejo político, se empantanase y desacreditase ante la población. Más importante era asegurar el control del aparato policial, como parte del proyecto correísta de controlar todo el Estado.
Es mentira que Correa les haya subido sustancialmente los sueldos a los uniformados. En realidad, el que aprobó el incremento paulatino de todas las remuneraciones fue Lucio Gutiérrez, y el que le puso fecha fue Alfredo Palacio. Correa simplemente heredó la tarea de poner en práctica lo ya resuelto.
Pero a mediados de este año las arcas fiscales comenzaron a agotarse, y por eso, entre otras medidas de ajuste, Correa ordenó que a todos los uniformados los despojaran de buena parte de sus ingresos (bonos sobre todo). Como remate, delante de una tropa enfurecida que se sentía engañada, insinuó que eran cobardes (“atrévanse a matarme”) y traidores (“me han clavado un puñal por la espalda”), los dos mayores insultos con que se puede ofender a un uniformado.
Con esos antecedentes, ¿qué esperaba cuando se apareció por el Regimiento Quito Nº 1? ¿Una condecoración y un bono?