Valparaíso
- La naturaleza del varón es salvaje; el destino de la mujer es perseverar los valores morales y la buena conducta-. (Pág. 21).
El gobierno trata de mejorar la raza trayendo inmigrantes europeos. En el sur regalan tierras a los colonos.
- Su deporte favorito es matar indios para quitarles las tierras. ( Pág. 28 ).
Señoritas
- La inteligencia es un estorbo para la mujer. (Pág. 57)
Porque la belleza, según ella, es cuestión de estilo. Cualquier mujer que se comporte con la soberana seguridad de una beldad, acaba por convencer a todo el mundo que lo es, sostenía. (Pág. 61.
Los pretendientes
- Todos los maridos son aburridos, John. Ninguna mujer con dos dedos de frente se casa para que la entretengan, sino para que la mantengan. ( Pág. 86 ).
Miss Rose.
... Sin parar el ritmo de los besos intercalados con una letanía de halagos. Le hablo de la brevedad de su talle, la blancura prístina de su piel, la redondez clásica de su cuello y hombros, que provocaban en el un incendio, una excitación incontrolable.
El amor
... los jóvenes fueron capaces de encontrar en la oscuridad lo que buscaban. Soltaron botones, desataron lazos, se despojaron de pudores y se descubrieron desnudos bebiendo el aire y la saliva del otro. Aspiraron fragancias desaforadas, pusieron febrilmente esto aquí y aquello allá en un afán honesto de descifrar los enigmas, alcanzar el fondo del otro y perderse los dos en el mismo abismo. Las cortinas de verano quedaron manchadas de sudor caliente, sangre virginal y semen, pero ninguno de los dos se percato de esas señales del amor. ( Pág. 125).
... Que seria mas fácil medir las intenciones del viento o la paciencia de las olas en la playa, que la intensidad de su amor; que no había noche invernal capaz de enfriar la hoguera inacabable de su pasión; que pasaba el día soñando y las noches insomne, atormentado sin tregua por la locura de los recuerdos y contando, con la angustia de un condenado, las horas que faltaban para abrazarla otra vez; “ eres mi ángel y me perdición, en tu presencia alcanzo el éxtasis divino y en tu ausencia desciendo al infierno, ¿en que consiste este dominio que ejerces sobre mi, Eliza? No me hables de mañana ni de ayer, solo vivo para este instante de hoy en que vuelvo a sumergirme en la noche infinita de tus ojos oscuros”. ( Pág. 127).
...hacia el amor apurado y famélico, sin saborearlo, como quien sucumbe ante un vicio, atormentado por al culpa. No se daba tiempo de conocer el cuerpo de ella ni de revelar el propio; lo vencía la urgencia del deseo y del secreto. ( Pág. 128).
El cuarto hijo.
De poco sirve el conocimiento sin sabiduría, no hay sabiduría si espiritualidad y la verdadera espiritualidad incluye siempre el servicio a los demás. ( Pág. 175).
Se podía obtener la inmoralidad escribiendo un libro, sobre todo de poesía, decía el maestro, quien había escrito varios. ( Pág. 175 ).
El joven aprendió que el cuerpo humano se compone de cinco elementos, madera, fuego, tierra, metal y agua, que están asociados a cinco plantea, cinco condiciones atmosféricas, cinco colores y cinco notas. ( Pág. 176).
“Debes escoger tus alimentos, orientar tu cama y conducir tu meditación según la estación del año y la dirección del viento. Así estarás siempre en resonancia con el universo”. ( Pág. 176 ).
“Si eres brillante de joven, no significa que de adulto sirvas para algo”. ( Pág. 177 ).
... para un chino ilustre el evento mas importante en la vida era su propio funeral. ( Pág. 183 ).
Argonautas
“Estados Unidos fue fundado por peregrinos, pioneros y modernos inmigrantes, con una técnica de trabajo duro y valor ante la adversidad. El oro ha puesto en evidencia lo peor del carácter americano: la codicia y la violencia”. (Pág. 253).
-¿Y cómo es esa energía positiva Tao?
-Es como e amor: caliente y luminosa-. (Pág. 257).
-¿ Por qué no cobras a los criminales?- le preguntó Eliza.
- Porque prefiero que me deban un favor- replicó él. (Pág. 257 ).
Eliza se preguntaba extrañada por que ninguno de los dos reconocía la atracción indudable que sentían, por que se refugiaban en el pretexto del sueño para tocarse y durante el día fingían frialdad. (Pág. 263 ).
Palomas mancilladas.
La riqueza envilece el alma, complica la existencia y engendra infelicidad. (Pág. 326 ).
Joaquín
...que los dueños de esclavos en las plantaciones del sur llamaban al veterinario cuando s e enfermaba un negro. (Pag.394).
Una pareja inusitada.
Le parecía pasmoso que después de tanto tiempo aplastados bajo una faja, todavía tuviera los mismos pechos de antes, pequeños y firmes, con los pezones como garbanzos. Se soltaba la melena, que no se había cortado en cuatro meses y peinaba en una apretada cola en la nuca, cerraba los ojos y agitaba la cabeza con placer ante el peso y la textura de animal vivo de su pelo. Le sorprendía esa mujer casi desconocida, con curvas en los muslos y en las caderas, con cintura breve y un vello crespo y áspero en el pubis, tan diferente al cabellos liso y elástico de la cabeza, Levantaba un brazo para medir su extensión, apreciar su forma, ver de lejos sus uñas; con la otra mano palpaba su costado, el relieve de las costillas, la cavida de la axila, el contorno del brazo. Se detenía en los puntos más sensibles de la muñeca y el doblez del codo, preguntándose si Tao sentiría las mismas cosquillas en las mismas partes. Tocaba su cuello, dibujaba las orejas, el arco de las cejas, la línea de los labios; recorría con un dedo el interior de la boca y luego se lo levaba a los pezones, que se erguían al contacto de la saliva caliente. Pasaba con firmeza las manos por sus nalgas, para aprender su forma, y luego con liviandad, para sentir la tersura de la piel. Se sentaba en su cama y se palpaba desde los pies hasta las ingles, sorprendida de la casi imperceptible pelusa dorada que había aparecido sobre sus piernas. Abría los muslos y tocaba la misteriosa hendidura de su sexo, mórbida y húmeda; buscaba el capullo del clítoris, centro mismo de sus deseos y confusiones, y al rozarlo acudía de inmediato la visión inesperada de Tao Chien. No era Joaquín Andieta, de cuyo rostro escasamente podía acordarse, sino su fiel amigo quien venia a nutrir sus febriles fantasías con una mezcla irresistible de abrazos ardientes, de suave ternura y de risa compartida. Después se olía las manos, maravillada d ese poderoso aroma de sal y frutas maduras que emanaba de su cuerpo. (Pág. 417 ).