Santa Claus en Ecuador

Alfonso Oramas Gross
Siendo tan larga la discusión respecto de la existencia o no de Santa Claus, saco a relucir teorías científicas que determinan con excelente precisión el vector del momento cinético de Papá Noel y su cargamento; de acuerdo con un reciente estudio, las incógnitas relativas a la existencia de Papá Noel se deben a que no han sido considerados fenómenos cuánticos que podrían explicar –de forma científica– que Santa Claus exista y reparta todos los regalos en Nochebuena. Absuelta la primera duda, surge otra pregunta acerca de las intenciones reales de Santa Claus de llegar con sus regalos a todos los niños del mundo, interesándonos particularmente la disyuntiva de que si Papá Noel quería o no pasar esta madrugada por nuestro país.
Aparentemente, el tema no ha sido tan fácil ya que son varios dilemas que ha tenido que afrontar el regalón personaje antes de acometer su fugaz paso por nuestras tierras, siendo la posibilidad del secuestro express el primer obstáculo del cual fue advertido Santa Claus. Podrán ustedes pensar que volando en su carroza arrastrada por los renos difícilmente será víctima de tal delito, pero son tales la audacia y el desparpajo de los delincuentes que, incluso, ha sido informado de que podría ser objeto de un secuestro express aéreo, es decir, utilizando su carroza para cometer fechorías y huir por el aire con la ayuda de los renos. Pueden ustedes imaginarse la preocupación esbozada por el mítico personaje ante tan singular posibilidad, llegando al extremo de que incluso la Policía Nacional lo lleve también a incorporar en la lista de los más buscados.
Más susto le ocasionó a Santa Claus la posibilidad de que algún funcionario cercano del régimen le pida que transporte un regalo a Rangel Silva, uno de los jefes militares máximos del gobierno de Hugo Chávez, todo esto en virtud de la gratitud surgida a raíz de la aprobación, por parte de la Asamblea ecuatoriana, del acuerdo de cooperación técnico militar entre Ecuador y Venezuela que permitirá, entre otras cosas, que el Ejército ecuatoriano intercambie información, labores de inteligencia, dotación de armamento y aprenda, como no podía ser de otra manera, que las fuerzas armadas no deben nunca aceptar la victoria electoral presidencial de un opositor, todo esto en versión del obsecuente general Rangel. Santa Claus, como hombre sensato que es, pensó que sería un abuso de confianza que le pidan algo así.
Ante ese panorama y de acuerdo con las versiones recibidas, Santa Claus habría resuelto no pasar por el Ecuador en esta madrugada, lo cual hubiese llenado de tristeza a miles de niños que, de una u otra manera, aguardan esperanzados su llegada; por esa razón, tengo entendido que el personaje en mención recapacitó a última hora, decidiendo realizar la habitual entrega de juguetes con dos claras condiciones: la primera que se le den todas las garantías de que los juguetes que trae en la carroza no serán –de ninguna manera– incautados de la misma forma como fueron incautados unos discos duros de propiedad de una revista, como le contaron que había ocurrido, y, en segundo lugar, que bajo ninguna circunstancia se le obligue a ponerse un traje verde en lugar del habitual rojo, cantando “jo, jo, jo, patria, tierra sagrada” bajo la versión de un dulce villancico. Eso sí jamás lo haría.