Se descuelga del calendario
El dorado otoño,
y se asoma la lluvia a zancadas
por los cristales del alma.
Camina el invierno a mi vida
y me mata la nostalgia,
goterones de tristeza
me calan con sombras de agua.
Aventaré las blancas cenizas
del primigenio sentimiento
que me apresó un día,
con tus palabras vanas.
Fíjate…
Entonces no cogí el paraguas
y hoy me chorrea el alma,
con ese agua amarga de la
añoranza.
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