POEMAS DE JUAN SANCHEZ LAMOUTH / EXTENSION No. 1





Prólogo
Mateo Morrison

Nos complace sobremanera iniciar la colección “cuadernos de Extensión”, con una selección de poemas de Juan Sánchez Lamouth, muerto en noviembre de 1968.
Cumplimos humildemente con las personas preocupadas por la literatura que no pueden obtener los poemas de Lamouth, agotados en nuestras librerías, y con el recuerdo de una persona a la que admiramos y apreciamos en gran medida.
Era el año 1967 cuando un grupo de jóvenes poetas constituimos le grupo literario “La Antorcha”, y a una de nuestras reuniones asistió Juan Sánchez Lamouth, quien con un aspecto de “poeta maldito” nos ordenó escribir algunos trabajos que demostraban que esta realidad éramos un grupo de poetas. Ya en su casa, denominada por él “La Aldea”, nos buscó papel y lápiz y nos dijo: “El tema es Crisol Común”. De inmediato iniciamos la prueba.
Al final habría un sancocho preparado por el poeta para nosotros, recién bautizados “poetas”. Nuestro contacto con Lamouth se prolongó hasta su muerte. A través de él conocimos a Cesar Vallejo y a otros poetas, pues nos repitió en más de una ocasión: “no es solo Neruda”. Cercano a la muerte, Lamouth parecía definirse políticamente. Luego de invitarnos a leer un poema que le dedico a Vietnam y que estaba contenido en su desaparecido  libro “Cambio de temperatura”, dijo que después de esos poemas o lo mataban o le erigían una estatua.
Los poemas políticos de Juan Sánchez Lamouth contrastan con muchas actitudes que tomo en su vida. Por ejemplo, el poema “Tarjeta de presentación”, donde arremete contra la oligarquía, parece escrito por un radical y no compagina con las dedicatorias hechas por el a personeros de la reacción en muchas de sus obras. Entras palabras, Lamouth no asumió una actitud coherente desde el punto de vista de clase. Sin embargo, sería injusto decir que no manifestó en su vida y en su obra inquietudes sociales. Vio la contradicción de la sociedad dominicana, muchas veces, más relacionada con problemas sociales que con problemas políticos.
La discriminación de que fue víctima racial y socialmente marco gran parte de su obra.
Esa breve selección no resuelve ni siquiera mínimamente la necesidad de un estudio de la producción poética de Lamouth. Sólo queremos que esta edición sirva de estímulo para iniciar el arduo camino de situar la importante obra de Juan Sánchez Lamouth en el contexto de nuestra literatura. Y contribuir que  las generaciones actuales y posteriores puedan conocer, estudiar y apreciar a un hombre de nuestro pueblo, que a fuerza de luchar fue capaz de expresar con su potente voz muchos aspectos importantes de nuestra realidad, a través de versos impregnados de la esencia de lo nacional popular.

SELECCIÓN:
TARJETA D EPRESENTACION
Mi nombre:
Juan
Color:
Negro Ltino.
Residencia:
La Aldea.
Ocupación:
Poeta.
Bienes:
La Poesía.
Seña Articular:
Una herida profunda
Que me supo abrir
La Oligarquía.


ROSTROS
Me preocupan estos rostros, entre ellos está Swann
escribiendo su novela sobre los campos de pastoreo, también están
las muchachas que jugaban con los lápices del crepúsculo bajo los
árboles.. Los árboles, que hermoso nombre, al decir los
árboles. Me parece que digo Juan, razones tuvieron aquellos viejos
de Villa hermosa, que lloraban sus penas bajo los grandes
arboles. Me parece que entre mis años tengo un bosque de
papel por donde asoman rostros de cazadores. En el mundo no
deberían haber cazadores no cortarse los arboles, si así fuera,
más rostros asomarían por el bosque de mis manos y los cazadores
fueran ornitólogos.

LOS INDIOS SUBTERRANEOS

Nuestros indios nos miran desde abajo,
Ahora siembran los frutos de l subsuelo
Y tocan sus tambores funerales.

Babeques que ahora gozan libertad de raíces
llenando de areitos las aldeas de las lajas,
llorando por las glorias de aquella España ciega
Que no supo dejarlos como muestra del arte.

Nuestros indios enseñan sus frutos antillanos
rebeldes al crepúsculo de la sangre diezmada;
América aun conserva sus amuletos negros
ellos siguen poblando la Isla subterránea.

ESPISTOLA MARINA
Canto la cabellera de estos frescos islotes,
donde la mar pregona sus ángeles ahogados,
creo en cosa azules mirando el horizonte,
tiemblo por la fe de tu sonrisa clara.

Esta carta marina es tu tristeza:
cada vez que cruzo entre mujeres
siento una despedida de pañuelos
que me llenan de naves la memoria.

Mi voz quiere llevarte al final del crepúsculo
donde los vientos gozan morfinando a los pájaros;
más allá del crepúsculo le quise y ya me siento
que el color rojo vierte en mi alma su sangre.

¡Llevame! No me dejes en esta isla loca
Con los muelles sin criuces por los marinos muertos,
¡Llevame! No medejes, quiero ser jardinero del mar
para cortar su rosa de los vientos.

Quiero cantar el calcio de los agrios moluscos
Y ver las acrobacias de las locas sirenas,
Quiero ver a la aurora soltar sus alcatraces,
Quiero sentir el viento peinar a las mareas.

¡Llévame, no me dejes, quiero mirar de nuevo
el vuelo de eso grandes pájaros misteriosos,
mirar lejanas algas, cantar nuevas resacas
y escribir mil leyendas sobre lejanas acostas. 

ALDEA
Aquí están los cerezos
aburridos de pájaros.
Aquí las lagunas
muriéndose de sol
aledaño a esa hilera
de ranchos sin pintura
se ve el campo enfermizo
de un viejo agricultor.
son tan pobres las gentes
que moran esta aldea,
aquí solo se siente
la esencia del dolor
para desayunarse
se toman un ¡Dios mío!
y hay que se acuestan
no más llenos de sol.



RETRATO DE UN CAMPESINO DOMINICANO
Un cachimbo de barro,
un sombrero de cana;
parado frente al alba
pensando en el café;
o tal vez meditando
enderezar un día
los caminos torcidos
que formó con sus pies.


LAS AVISPAS

Por su fe satisfecha, haced que ardan las leñas;
a la tierra se le sigue olvidando lo vivido;
vivimos entre bocados de alimentos
y los sustos de las avispas que gustan de oler la vida.
El color amarillo es informal y silvestre
en esta zona humana florecida de rancios momentos
no se si las avispas amenazaron el parque principal de los comienzos;
verdad que la misma Primavera es un loco avispero de perfume,
Ellas gustan en los días de mariposas
emponzoñar las hojas de los arboles dulces;
no hay un jardín sin cielo, sin viento y sin avispas
de ahí es que los jardineros sienten miedo al amontonar las hojas,
ahora los frutos piden bastante bríos para vencer los traumas
de las necesidades
Nada valen estos pergaminos mientras los animales lloran en las caretas
he aquí, lápices avispados para que los niños formen garabatos
de doses y fantasmas.


CESAR VALLEJO
Este viento que llega
desde España,
sin Quijote, sin uvas,
sin molinos;
tanto me huele
a César Vallejo…
Ya encontré mi camino.

Clima de redención,
tambores locos;

Hoy debemos
peruanizar llorando
las antillas;
no hablaré más.
Hoy más que nunca
hay mochilas caballos
jardineros,
triste César Vallejo
ya encontré mi camino.