¿NOS HEMOS OLVIDADO DE EDUCAR A LA CIUDADANIA?

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Marcial Báez

Cada vez que inicio un nuevo ciclo de enseñanza, al entrar en el aula para recibir y guiar a los nuevos estudiantes, procedentes de liceos, de colegios, de varias comunidades y tengo que indicarles: que se quiten la gorra, que saluden al entrar, que no se recuesten de la pared, que tomen una mejor postura al sentarse, que no apoyen su cabeza en el pupitre, que no bajen tanto la cabeza al escribir, que no conversen con el compañero o la compañera cuando estamos explicando un tema, o cuando un compañero(a) está haciendo lo mismo, que observen, que escuchen atentos, que no entren con comida u otro tipo de refresco al aula, que al desarrollar un trabajo escrito la ortografía está plagada de unos “errores garrafales”, por cuanto les invito que tengan un diccionario a mano, que hagan ejercicios de caligrafía, que dediquen tiempo en su casa en leer en voz alta, que se organicen para estudiar, cuando no utilizan la razón, la lógica, y ni se diga de la instrucción, cuando veo docentes entrar al aula con una imagen desgarbada, así como en el trato social de las buenas costumbres, que no lo reflejan en el saludo, porque tampoco  lo hacen; siento una gran preocupación por el sistema educativo, y su incidencia en nuestra sociedad hoy.

A esto le sumamos a las gentes del pueblo que originan ciertos males por su ignorancia,  por la falta de instrucción, por su falta de oportunidades, por la carencia de conocimientos que deberían ser suministrados por las autoridades pertinentes para entender que tenemos derechos y deberes, de respetar  a los demás, de no romper con la tranquilidad, colocando “un agáchate donde quieras y como puedas” para ganarse el sustento, de otros que incurren en la práctica de montar un, dizque, colmado y resulta que este arrastra unas enormes bocinas, juego de dominós, bebedores, bulla, así como el espanto del ruido que provoca una puerta de metal corrediza al cerrarla a las tantas de la noche, y aquellos vecinos que ponen su música altísima y se sientan en frente de la acera de su casa para escucharla en franca conversación, en hogares de ¿educadores?. ¡Sorprendente! Sin importarle el sitio y tomar en cuenta a las personas muchas veces enfermas y de edad avanzada.

Esto es un fiel reflejo de la sociedad en que vivimos, los que fomentan los antivalores en todas los estamentos, donde los partidos políticos pasan el día a día discutiendo cual es el mejor, cual minoría disfrutará del botín, cuáles son los candidatos a promocionar, ocultando su verdadera identidad de: agallúces, brigános, gabiadores, gandíos, macuteadores, mañosos, marrulleros, pijoteros, sicateros; enterrando sus ideales en el cementerio del olvido… ¡Ay Pancho, cosas veredes!: 40 edificios de ocho apartamentos cada uno, una torre de 16 niveles y otra de 14,  villas, casas, solares y fábricas…

El tiempo se nos agota, y cada día  se amplía el abanico de los problemas macros que inciden visceralmente en el ser y estar de los pueblos:  El descuido al Medio Ambiente (La explotación indiscriminada de los recursos naturales, el ruido en todas sus manifestaciones, la basura), la corrupción en los estamentos públicos y dirigenciales del país: la pésima administración de los ayuntamientos, las altas pensiones de funcionarios, la falta de ética en los profesionales, en los militares ( ¿Los tucanos?), en la justicia, en las salas legislativas(¿El barrilito?), en el Ministerio Público; en los Medios, en los Comunicadores (¿Las bocinas?) que asalariados van distorsionando el mensaje de la defensa por nuestros patrimonios, la delincuencia, el feminicidio, la drogadicción rampante, el abuso sexual, los viajes ilegales, el transporte público, los combustibles, la energía eléctrica, la pederastia (¿Wesolowski?), la inmigración haitiana, el sicariato, el secuestro. ¿Por tantas cosas, será que nos hemos olvidado de educar a la ciudadanía?

Y eso sí, siempre pensamos en buscar a los autores de esta barbarie, de esta “acumulación de basura social”, y todos señalaremos a la mayoría de las autoridades en todos los niveles, mayoría porque algunos no están de acuerdo, ni comparten tal dejadez; aunque deberíamos meterlos a todos “en el mismo saco” por su destemplada permisibilidad; ya lo expresó Milka Waltari: “que los médicos entierran juntos a sus enfermos”.

¿Y  dónde estás tú? ¿Dónde estoy yo? ¿Dónde estamos todos y todas?;  despertar a tiempo es la consigna, no nos quedemos en las redes sociales, unidos somos muchos, vamos a educar a la ciudadanía, porque de lo contrario la omisión nos llevará a un caos, donde la ratificación de los males actuales campeará llevándose a la paz y al desarrollo que tanto deseamos para nuestro país; “hacer de la prosperidad nacional el supremo ideal educativo” (Bertrand Rusell).