Ligia Minaya
Denver, Colorado
Las células emocionales, encontradas con la meditación, llevan al más allá, no a la muerte, sino a la luz que está dentro del cuerpo y harán que encuentres la calma, que sepas elegir, conocer tus debilidades, que consigas ser respetable al actuar y al hablar, a saberte adaptar.
Oí decir que la meditación entra en el camino de las células emocionales. Que respirar en silencio pone la mirada dentro del cuerpo. Y que la emoción que se siente, no descarta a la ciencia. Basta sentarse en el suelo, en una silla o en una mecedora, respirar profundo, poco a poco y se va sintiendo cómo la fe y la esperanza van entrando en el alma. Puede que no se quiera hacer estas cosas. Algunos no saben cómo, ni cuándo ponerse en silencio, respirar poco a poco y dejar que el cuerpo físico se reencuentre con sus emociones. Es que así, el azar no encuentra lugar. Porque muchas veces las cosas no son como las hacemos, ni como las vemos. Pero sí que todos hablamos del alma. ¿Dónde está? ¿La hemos visto? No, el alma es igual que las células emocionales, como escuché decir. ¿Será que el alma está compuesta de células emocionales? Puede que así sea.
Las células emocionales, encontradas con la meditación, llevan al más allá, no a la muerte, sino a la luz que está dentro del cuerpo y harán que encuentres la calma, que sepas elegir, conocer tus debilidades, que consigas ser respetable al actuar y al hablar, a saberte adaptar. Naturalmente no es algo que se logra en un minuto. Es como a un niño al que se le enseña a hablar, a caminar, a comer. Y es que a los adultos nos fallan muchas cosas y nos fallan otras tantas. Hay quienes viven a su cuenta y riesgo, creyendo que como actúan es lo correcto, dando la espalda a quienes no entran de rodillas en sus vidas, y esto lleva un poco de todo, de "amigos" a su lado a quienes les interesa solo sacar provecho. Pero bueno, cada quien con su estilo de vida, y amén. Pues no hay que ser religioso, católico, menonista, agnóstico, ateo, creer o no creer en dios alguno para encontrar la serenidad y calma de minutos en silencio, dejando que la respiración entre al alma y encuentre las células emocionales, para sentirse bien.
Dicen también que la voluntad humana es quebradiza, que hace falta el respeto, que no existe el azar y es posible no ir más allá de los miedos, sino de las manos de alguien. Y es que los humanos tenemos muchos frentes que nos llevan a ver lo correcto, lo que nos gusta y lo que nos conviene. Unas veces vamos a lo correcto y otras veces no. Quizás por eso tener contacto con las células emocionales nos ponga sobre una balanza. Si lo que hemos hecho es bueno, amén. Si no es lo correcto, también amén, pero en esto nos toca mirar dentro del cuerpo y aunque no darnos por vencidos, lo mejor es reflexionar sobre el hecho y, aunque no se pueda borrar, ponerlo a un lado y seguir adelante.
Meditar sobre los errores cometidos, pesarlos, sacudirlos y medirlos, es lo correcto, y lo que nos lleva más allá de la luz. Esa luz que está dentro de nuestro cuerpo, en el alma, junto a las células emocionales en ese momento de silencio y respiración profunda. La importancia del poder mental es como una gran medicina para la vida diaria. Aun cuando nos cueste tomar conciencia de lo que hacemos, hay que hacerlo para que nuestra vida sea vida, no un camino incontrolable y feroz.
Diariolibre.com. Saudaces. 03 mayo 2014