LOS 70 AÑOS DE FREDDY GINEBRA



Ligia Minaya
Denver, Colorado

Besos, abrazos, aplausos, felicitaciones, buenos deseos, salud, suerte y muchos años de vida, es lo queremos todas las personas que conocemos y amamos a este hombre ejemplar. Llegar a los 70 años, con salud y fortaleza es una bendición del cielo. Un largo camino recorrido con pasos firmes, descansando en las esquinas, caminado por las calles. Un trayecto en el que han aparecido tiempos serenos y algunas tempestades. En el que sí, este hombre, ha logrado estabilidad, perdonar, conformidad, discreción, prudencia, respeto, emotividad, afectos, bondades, sensatez y otros tantos equilibrios emocionales, lo que ha hecho que Freddy Ginebra haya sido desde siempre un ejemplo de honradez, de nobleza, de solidaridad y de lealtad a todos los que le rodean. Lo cual es para tenerlo como un cuaderno en el que él ha escrito lo que se debe y no se debe hacer.

Verlo a los 70 años nos hace conocer lo que es un personaje único, exclusivo en su manera de ser. Para sus amigos y amigas ha sido un ungüento en las heridas, un espacio de paz en los desasosiegos, una mano que se acerca para tomar la tuya y una voz que canta del lado a nuestra serenidad. Con él somos unos privilegiados. Y amigos, para él, son todos. No importa que te conozca, donde estés, cómo pienses, ni lo que digas. Soy su amiga desde hace mucho tiempo y con él he aprendido muchas cosas, no porque me las ha dictado, no porque me haya insinuado que haga esto o lo otro, sino por verlo, simple y sencillamente, y estar a su lado. He pasado algún tiempo sin verlo, pero su sonrisa me sigue, mis ojos dibujan su rostro, nuestros recuerdos se hacen más eternos. Y junto a Freddy conocí a su hermano José, correcto, estable, sereno, que junto a Sonia, su esposa, me han dado un espacio en su vida. Freddy y José tienen igualdades y complementos, lo que ha hecho de ellos una familia divina.

Hay que ver a Freddy Ginebra desde la cabeza a los pies, cruzando por su pecho, su espalda, sus brazos, sus piernas y sus caminatas por todos los senderos de su vida. Así aprenderemos lo que nos hará vivir en armonía con todo lo que nos rodea. Y también mirar con alegría Casa de Teatro, ese lugar que ha florecido desde que nació, como siempre lo hacen en nuestro país las trinitarias, los flamboyanes, las rosas, las hortensias y hasta los mangos y los aguacates, los plátanos, la caña, la yuca y los guineos y todo lo que crece, brota y prospera en nuestra tierra, y ni hablar de todo lo hermoso que pasa en la Loma de Miranda. Por eso, este hombre humilde, honrado, sencillo, correcto y amigo de mi alma, es alguien que merece aplausos y todo el apoyo de un pueblo (y de muchos extranjeros) a quien ha dado protección y servicios durante toda su vida.

¡Dios te siga bendiciendo, amigo del alma, con largos años y mucha salud, para que los dominicanos continuemos disfrutando de tus labores, aprendiendo de tus hechos y sintiéndonos felices con tenerte presente! Nadie como tú. Tú, solo tú, hombre ejemplar, amigo de siempre y para siempre.

www.diariolibre.com. Saudades|29 mar 2014