Carmen Rocamora
La Historia del Arte se sitúa a Kandinsky como pionero de la abstracción, entre los años 1909 y 1912. El soporte filosófico-cultural del momento, buscaba una base común, para los diferentes conocimientos. En el plano científico se acaba de descubrir la desintegración del átomo. En el mundo de la música, Shonberg había roto con la armonía tradicional, liberando el sonido del orden tímbrico y ofreciendo un lenguaje atonal, que recibió el n hombre del Método Dodecafónico. En el filosófico Woringer, explicaba la angustia del momento, como síntoma del desacuerdo entre el hombre moderno y la naturaleza, producto de la espiritualidad en la que el ser humano se refugiaba aterrorizado por el inmenso caos del panorama mundial.
Y es en este entorno, cuando la historiador del arte le resulta atractiva la desconexión de la pintura con la realidad, la primacía del color sobre la forma y la eliminación de las leyes de la perspectiva; una palabra, la aparición de la abstracción, considerando a Kandinsky como el gran creador de esta genialidad, en el mundo del arte.
La anécdota, inventada o real, servirá para cerrar el círculo de este planteamiento histórico. Se contaba que el pintor tenía la costumbre de recubrir el lienzo con una tela blanca, mientras trabajaba en su elaboración. Un día, entrando en su estudio, al atardecer, vio que aquella tela, mancha de blancos, rojos, azules y amarillos, adheridos al azar, presentaba propiedades expresivas y estéticas por si mismas, sin que hubiese mediado un acto volitivo por parte del pintor. A partir de ese momento, Kandinsky tratara de explicar al mundo su visión sin perspectiva de la pintura y su anulación del principio de representación, proclamándose ante todos, como descubridor de la abstracción a través de sus libros titulados: “De lo espiritual en el arte”, “La pintura como arte puro”, y “el punto y la línea en el plano”.
Sin embargo yo considero que la abstracción se había descubierto tiempo atrás, bajo presupuestos más vitales que teóricos, pues la historia teje sutiles argumentos, de manera que, al cabo de algún tiempo, la leyenda oscurece la verdad, y nuestra noción de algunos personajes corresponde más a la invención de un autor, que a la autentica realidad.
Hay que retroceder por el túnel del tiempo, para encontrar el verdadero nacimiento de la abstracción. Su origen está en Chelsea, Londres, y su creador, un Turner que próximo a la muerte, se instaló a vivir con la mrts Booth, su ama de llaves, en un pequeño apartamento, ocultando su verdadera identidad, y asumiendo para sus vecinos la personalidad de Mr. Booth.
Para el crítico Hazlitt, las obras desde este momento son “autenticas perspectivas aéreas”. Para la Literary Gazette, “sus cuadros, se diría que estaban hechos arrojando puñados de pintura sobre tela, donde se adherían al azar, sombreando a posteriori sus contornos”. Y para os demás contemporáneos, resultaba incomprensible que Turner tuviese que indicar como colocar sus cuadros en las exposiciones, para determinar dónde estaba la parte de arriba y donde la de abajo…
“La noche del diluvio”, “El paisaje con agua”, “El río y la bahía en la lejanía”, “La tempestad en el mar” y otros muchos lienzos mas, que decoran la Tate Gallery de Londres, demuestran como decía Goethe en el Tratado de os colores, que el cromaticismo, sin necesidad de formas, produce en el ser humano una impresión particular, generada por las sensibilidades y la mirada, conjuntamente.
¿Qué mas justificaciones se necesitan para busca el origen de la abstracción?
Sin embargo, no había llegado el momento. La historia no estaba preparada para ello, ni el espectador podía comprender tanta audacia e invención.
La pintura de Turner fue duramente criticada, las revistas especializadas hablaban del caos que reinaba en sus cuadros, y lo confuso e sus temas fue objeto de desprecio e incomprensión.
Su principal crítico y amigo, Ruskin, considero que la vejez y la enfermedad denotaban una paleta con falta de precisión en el trazo, y que el exceso de alcohol había deteriorado su salud y su trabajo.
Turner no quiso que Ruskin viese sus últimos dibujos… éste, los seguía comprando sin el conocimiento de aquel.
Por otro lado, Monet, anciano ya en el año 1914, se retira a su casa de Giverny, donde siguiendo la luz, se dispone a realizar su última serie, “La ninfeas”, que abre definitivamente para el mundo el camino ade la abstracción.
El maestro ya no ve, y por ello tiene que reinventar la realidad, extrayéndola de su propio sueño, inspirándose en el misterio de los espejismos que recuerda y evoca. La síntesis entre su ojo y su cerebro no existe ya, pero su valor poético subsiste, y así, sus telas convertidas en composiciones cada vez más informes, dan lugar a esta última serie, para algunos alejada de sus obras maestras del pasado; para mí, las más apasionadas del anciano de Giverny, en las que demuestra que la luz y el color, más allá de sus posibilidades figurativas, son una pura fantasmagoría lumínica, producto de las sensaciones que el artista siente ate la naturaleza…
El creador del impresionismo, al final de su vida, gracias a su incapacidad y a su ceguera, fue sin el saberlo, el creador de algo que iba a deslumbrar a la generación posterior, siendo la gran revolución del siglo XX… ¡nada menos que la abstracción! Colosal! lección de Monet, que consigue recrear su universo a través del recuerdo y de la memoria.
Sin embargo, La Historia del Arte, siempre recelosa ante todos los movimientos de vanguardia de este siglo, no estaba aún preparada para comprenderlo, y no aceptarlo.
Bellas Artes. Belart. No 46 Año 6.Madrid.