Ligia Minaya
Denver, Colorado
Este año que va camino a cruzar la frontera te irá dejando huellas. Si tienes que curarlas, cúralas.
Si quieres que florezcan, riégalas con afectos. Mira hacia adelante, hacia el año que viene, y pon en esa agenda lo pasado, lo presente y tu futuro.
Recuerdo, cuando era niña (hace ya cuchumil años), al llegar el 31 de diciembre, tía Julieta me decía, este año se va a morir y sonreía, y a mí me daba mucha pena. ¿Morir? Pero si me daba la seguridad de que continúa. Todavía creo que un año, aunque termine, no muere. Lo hará en el calendario. Sin embargo, uno continúa paso a paso con el otro. Esto así, creo yo, porque nuestros días siguen en proporción de lo que deseamos, de lo que nos hizo bien o lo que nos hizo mal, de las metas que todavía no alcanzamos y, aunque este año finalice, continuamos dando pasos hasta alcanzarlas. También el día a día continúa. Seguimos trabajando, vigilando a nuestros hijos, adorando a nuestros nietos, besándolos, riéndonos de sus travesuras, visitando al médico, leyendo los periódicos, escribiendo y una larga pila de cosas y cositas que van de un año a otro y a otros, sin cortar, sin olvidar, sin dejar a un lado, sin dejar de hacer.
Por eso, en estos días de mucho frío, recordando y reflexionando, aquí en Denver, recuerdo lo que me decía Martha Beato: "Haz una lista de lo que hiciste, de lo que te falta por hacer y de lo que todavía quieres hacer. Escribe lo tuyo, lo privado. Lo que quieres para los tuyos. Lo que viene en camino y estás esperando". Y así lo he hecho cada año. Es como una oración, no importa en lo que creas, si eres católico, evangélico o de cualquier otra religión. Una oración puede no tener nada de religión. Es pensar, reflexionar, desear lo mejor, y si lo haces en el corazón de alguna religión, es igual, da el mismo resultado. Así tendrás un manantial de dicha. Tomarse unos minutos en silencio, en soledad, en un rincón, caminando en el parque, es apegarse a la vida. No importa si estás pasando un mal momento. Esto te ayudará como una medicina.
Mira dentro de ti. Ahí está lo que quieres y lo que no quieres. Los dolores de un corazón herido y la risa de un recuerdo que canta a la alegría. Está la familia, los amigos y amigas, los conocidos, la imagen de las personas que ya no te quieren y las que tú tampoco quieres. Este año que va camino a cruzar la frontera te irá dejando huellas. Si tienes que curarlas, cúralas. Si quieres que florezcan, riégalas con afectos. Mira hacia adelante, hacia el año que viene, y pon en esa agenda lo pasado, lo presente y tu futuro. Así, cuando finalice este año que comienza, volverás sobre tus pasos y verás lo conseguido, lo dejado a un lado, lo que todavía te falta por alcanzar. Es que si la Madre Naturaleza hizo la tierra redonda, dando vueltas día a día, mes a mes, año a año, así es la vida: vueltas, vueltas y vueltas, y nunca llegarás al final, pues aunque cruces la frontera de la vida, seguirás viviendo en el recuerdo de los tuyos.
Es lo que hoy estoy haciendo, querido lector, estimada lectora. Si quieres hacerlo, me parece bien. Si no quieres hacerlo, respeto tu decisión. Recuerdo siempre que "El respeto al derecho ajeno, es la paz". Una frase del político mexicano Benito Juárez.