Tus manos con fiebre de deseos
curiosearon la piel de mi paraíso
anidaste en mi puerto
tocando con ellas las cuerdas inhibidas,
los discretos gemidos
Tus manos de manso ceramista
facilitaban la textura exacta a mis sentidos
en tus manos me volví gaviota
respirando un aire nuevo
me hablabas entre un temblor de lágrimas
te miraba yo invitándote a vivir la experiencia
de la plena y pura ternura que aún hoy
después del adiós perdura
Stella
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