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¿Por fin un ministro?

Emilio Palacio
Pude conocer de cerca el diagnóstico y la estrategia con la que el vicealmirante Homero Arellano enfrentará su lucha contra el crimen. No abundaré en detalles pero veo de conjunto en su nombramiento algunas fortalezas que me gustaría señalar.

Veo a un ministro con personalidad, seguro de sí mismo, que viene de obtener un éxito junto al Vicepresidente, y que trae ideas que él mismo las ha trabajado; en otras palabras, que reúne las condiciones para no ser un monigote de Rafael Correa, lo que de hacerse realidad constituirá una sorpresa.

Veo a un funcionario que aparentemente quiere escuchar, que entiende que la confrontación con el Municipio de Guayaquil o con la prensa independiente no es el camino y que intenta tender puentes.

Mostró un flanco débil cuando perdió el liderazgo de sus hombres en la Marina, pero un resbalón no es caída. En su paso por la Vicepresidencia se reivindicó, y nada nos obliga a suponer que esta vez no alcanzará de nuevo el éxito.

Pero no puedo dejar de mencionar, al mismo tiempo, algunos grandes obstáculos que encontrará.

Veo a una Policía tremendamente dolida con la Revolución Ciudadana, llena de resentimientos justificados.
Ahora Correa dice que va a perdonar a los golpistas, a los magnicidas y a los traidores. ¿Pero es que nos ha visto la cara de imbéciles?
El perdón que Correa anunció (aunque no corresponda, ya que lo justo sería la amnistía) será bien recibido por el medio centenar de policías y civiles que hoy están detenidos injustamente y por sus adoloridas familias; pero no sanará la herida abierta en la dignidad de los uniformados.
¿Podrá Arellano, que no es policía sino militar, manejar ese justo y justificado enojo al introducir las reformas que con tanta urgencia se requieren?

Veo un Presidente de la República que amenaza con utilizar la lucha contra los delincuentes como pretexto para militarizar aun más al país.
Quiere la atribución de sacar los tanques a las calles sin Estado de Emergencia.
Firmó un acuerdo con Chávez para que nos provea de nuevas técnicas de inteligencia militar.
Sus asambleístas preparan para enero la arremetida final con la Ley Mordaza.
Quieren prohibir que las ONG y los gremios protesten.
Los fusiles invadieron las oficinas de la revista Vanguardia y clausuraron radio La Voz de la Esmeralda Oriental, en la Amazonía.
¿Qué hará Arellano cuando Correa quiera usar su trabajo, no contra los delincuentes, sino para esa aspiración totalitaria?
¿Inventará alguna justificación absurda como el resto de ministros?

Pero lo más peligroso para Arellano es su propia inteligencia.
Correa no soporta a los inteligentes.
Los usa durante un tiempo (Alberto Acosta, Fausto Ortiz, Trajano Andrade), pero luego los ningunea.
Mientras tanto, los vigila.
Sigue de cerca su popularidad.
Se cuida de que no brillen, sobre todo si tienen personalidad.
Preferiría rodearse de mediocres.
Y para colmo les arrebata sus triunfos y los hace suyos.

Además, cree que sabe más que cualquiera.
Luego de que nombró a Arellano, en lugar de dejarlo trabajar, fue donde los cachineros con cámaras de televisión para solicitarles que no compren cosas robadas, y después visitó a los grandes empresarios del negocio de invadir tierras, de nuevo con cámaras y fotógrafos, para pedirles que no invadan.
Alfredo Vera no ayuda; acaba de reconocer que su mayor descubrimiento criminológico es que “no es recién que la gente se muere”.

¿Cómo hará Arellano para demostrar que tamañas sandeces no son parte de su ideario?

El plan del poeta

Emilio Palacio
El hombre fuerte del Gobierno ya no es Ricardo Patiño sino Javier Ponce, que tiene un plan, se lo expuso a Correa, y lo convenció de que lo adopte.
El plan consta de las siguientes medidas:
1) Que el Gobierno se apoye cada vez más en las Fuerzas Armadas. Cito: “Ponce agregó que la tarea de las Fuerzas Armadas no finaliza con el estado de excepción”.
2) Romperle el espinazo al único poder armado que podría equilibrar el poder militar. Cito: “Al ser preguntado si se deben tomar medidas para evitar hechos como el 30-S, dijo que ‘en mi opinión esas medidas van por el lado de una reestructuración profunda de la Policía’ ”.
3) Darles a los generales adictos lo que pidan. Cito: “También informó que […] se prevé destinar para ese mismo fin [comprar más armamento] una partida de 250 millones de dólares. Dijo también que el Gobierno adelanta conversaciones con Chile y Brasil para […] la repotenciación de corbetas. [Ponce explicó que] ‘Las iniciativas se enmarcan en el objetivo de los países de la Unasur de estimular su industria bélica’ ”.
4) Tejer una alianza indestructible con Colombia para que el Ejército no deba preocuparse tanto de la frontera, aun al costo de olvidar el “vergonzoso” bombardeo en Angostura. Cito: “[Ponce dijo que] tenemos que ser respetuosos del pedido de Colombia de que esos datos [los que se guardan en la computadora de Raúl Reyes] se mantengan en reserva” porque “el informe presenta una serie de datos de cómo se dio el bombardeo”. (Esa alianza también es necesaria para que no salgan a luz las oscuras revelaciones que oculta esa computadora).
5) Fortalecer el poder de fuego directo, no el que se usa contra otro ejército sino el que haría falta para hacer retroceder a indios “terroristas”. Cito: “Ponce descartó la compra de aviones supersónicos y explicó que se continuará con el programa de repotenciación de material militar como municiones y misiles”.
6) Convocar una nueva elección para recuperar para Correa, luego del fiasco del 30 de septiembre, la imagen del gran vencedor, con alguna pregunta en la que no haya riesgo. ¿Qué tal el auge de la delincuencia? Cito: “[Correa dijo que] en caso de que estas reformas [penales] no sean aceptadas por la Asamblea, las mandaré a consulta popular”.
7) Dejar de lado el viejo discurso de defender los derechos humanos y copiar las propuestas de la vieja derecha de endurecer las leyes como supuesto remedio para la delincuencia. De ese modo la oposición se quedará sin banderas en la consulta que convocarán. Cito: “Además, [Correa] coincidió con Nebot en que deben hacerse reformas legales en materia penal”.
8) Aprovechar ese ambiente de “unidad” para darle a Correa el poder de sacar los tanques a las calles. Cito un Boletín de la Presidencia de la República: “en el proyecto se propone una reforma para que las Fuerzas Armadas puedan intervenir, por disposición del Presidente de la República, en la protección interna, mantenimiento y control del orden público, [sin necesidad] de instancias como el Estado de Excepción”.
En síntesis, luego de que Correa gane la consulta y los ciudadanos acosados por la delincuencia o los indios convoquen a protestar, Correa, sin necesidad del Estado de Excepción, le ordenará a la tropa que “controle el orden público” con las mismas tácticas del 30-S.
Mientras tanto, los delincuentes seguirán haciendo de las suyas, porque los revolucionarios ni siquiera creen de verdad que los asesinatos, el sicariato y los secuestros existan. A lo que le temen es al malestar social, la inestabilidad económica y las pugnas internas de Alianza PAIS.
Menos mal que tienen a Ponce. Él sabe lo que hay que hacer y sabe cómo hacerlo

‘Coincidencias’

Emilio Palacio
El hombre primitivo tiende a darle una enorme importancia a las coincidencias más extrañas. Ve pasar un gato negro y si muere en ese instante un amigo o familiar, sacará la conclusión de que los gatos negros traen mala suerte. A partir de allí, no recordará jamás al millón de gatos que antes se le cruzaron sin consecuencias mayores, pero cada vez que la “extraña coincidencia” se repita, el mito afianzará sus raíces en esa débil mente.
El científico, por el contrario, desconfía de las coincidencias. No come gatos negros. Exige pruebas, hechos objetivos, que demuestren ante todo los vínculos materiales que supuestamente existirían entre ambos acontecimientos. Y sin esas pruebas, descartará la “extraña coincidencia” como una vulgar superstición.
La Revolución Ciudadana, siguiendo el ejemplo del hombre primitivo, ha levantado toda su teoría del “golpe de Estado” sobre un montón de “extrañas coincidencias”.
Lucio Gutiérrez, por ejemplo, por una “extraña coincidencia” estaba ese día en Brasil. Pero en algún lugar tenía que estar, digo yo. ¿Por qué Brasil sería un lugar más “extraño” que otros? ¿Es que hay una lista de lugares “extraños” y otra de lugares a los que sí se puede visitar?
Otra “extraña coincidencia”, favorita de los voceros del Gobierno, es que el día de la rebelión policial se vio a Fidel Araujo en las afueras del Regimiento Quito Nº 1 con un celular.
En realidad, según Araujo, el asunto no tendría nada de extraño. Vive cerca del Regimiento Quito Nº 1, salió ese día temprano a hacer un depósito (tiene una papeleta para demostrarlo) y por supuesto llevó su celular, y cuando vio la protesta se acercó porque no soporta a este Gobierno, como millones de ecuatorianos.
Pero supongamos que además fue a apoyar el golpe. ¿Cuáles son las pruebas? La “extraña coincidencia” no basta. Haría falta mostrar las armas, los panfletos, las instrucciones o los planos que supuestamente llevó. Algo. Pero no hay nada.
Esta semana, uno de los canales del Gobierno reveló otra “extraña coincidencia”. En un programa que transmitieron el domingo y que luego han repetido, recordaron que la noche del 29 de septiembre, los asambleístas de oposición, por una “extraña coincidencia”, se reunieron en un hotel de Quito.
Según los asistentes, tampoco hubo allí nada de “extraño” porque vienen haciéndolo desde hace tres meses, luego de que consiguieron detener la Ley Mordaza. Ese pequeño éxito unitario los animó a actuar como bloque, y cada cierto tiempo se reúnen, como puede atestiguarlo la prensa.
Pero a los chicos del canal gobiernista esa explicación no los convenció, así que de algún modo consiguieron el video de las cámaras de seguridad del hotel (un hotel privado) que muestra a los asambleístas de oposición entrando y saliendo de los ascensores. Mostraron también la factura (un documento que no es público) de lo que consumieron. Además, la firma de la persona que pagó, y no me sorprendería si tienen hasta el número de su tarjeta de crédito. ¿Pero y sobre el contenido de la reunión? ¿Alguna intervención animando al golpe? ¿Algún texto incitando a la rebelión? Nada. La única demostración de que hubo una reunión golpista es… que la oposición se reunió.
Los jefes de la Revolución Ciudadana tienen acceso completo a nuestras vidas. Ni la intimidad de los hoteles privados escapa a su ojo vigilante. ¡Dios proteja a los amantes, las cámaras del Gran Hermano los miran!
Nos escuchan, graban nuestros movimientos, registran cada uno de nuestros actos. Pero ni así pueden demostrar lo que dicen. Son la Anti-Inteligencia. Lo único que tienen es el rastro de algunos gatos negros que más probablemente salieron a cazar ratones

Infiltrados

Emilio Palacio
Enero 18 del 2007. El general Carlos Calahorrano, comandante general de la Policía, pide la disponibilidad a 18 generales que componen la cúpula de la institución por orden del presidente de la República, Rafael Correa.
Enero 24 del 2007. El general Mario Morán es el nuevo comandante de la Policía.
Enero 26 del 2007. El general Paco Terán es el nuevo comandante de la Policía.
Enero 27 del 2007. El general Bolívar Cisneros es el nuevo comandante de la Policía.
Abril 10 del 2008. El general Jaime Hurtado Vaca es el nuevo comandante de la Policía. Su antecesor se va por no haber informado adecuadamente al Presidente de la República sobre Franklin Aisalla, el ecuatoriano que murió en el bombardeo al campamento de las FARC. El Primer Mandatario también remueve al Director de Inteligencia y al Jefe de Estado Mayor.
Febrero 2 del 2009. El general Hurtado anuncia una reestructuración total ante las críticas del presidente Correa por la fuga del ex subsecretario de Gobierno José Chauvin, a quien luego el primer mandatario le pide perdón.
Febrero 9 del 2009. Correa ordena que disuelvan la Unidad de Investigaciones Especiales de la Policía (UIES) y remuevan a su cabeza, el mayor Manuel Silva.
Mayo 28 del 2009. El general Freddy Martínez Pilco es el nuevo comandante de la Policía.
Octubre 1 del 2010. Freddy Martínez renuncia y con él salen cuatro generales más. El general Fausto Patricio Franco es el nuevo comandante de la Policía.
Octubre 13 del 2010. Correa ordena que pasen a disponibilidad 13 oficiales de Policía.
Como se ve, en los últimos cuatro años el único que pudo “infiltrar” a la Policía es Rafael Correa, que en ese lapso descabezó a 23 generales de Policía y designó a 6 comandantes generales, uno cada siete meses. Ordenó además que disolvieran la Unidad de Inteligencia y que sus principales integrantes abandonaran la institución.
No le importó que mientras tanto el país se viese arrastrado a un remolino de secuestros, sicariato, mulas, delincuentes liberados, narcotráfico, mafias organizadas y vínculos de funcionarios públicos con el terrorismo. Tampoco le quitó el sueño que la institución, sometida a semejante manejo político, se empantanase y desacreditase ante la población. Más importante era asegurar el control del aparato policial, como parte del proyecto correísta de controlar todo el Estado.
Es mentira que Correa les haya subido sustancialmente los sueldos a los uniformados. En realidad, el que aprobó el incremento paulatino de todas las remuneraciones fue Lucio Gutiérrez, y el que le puso fecha fue Alfredo Palacio. Correa simplemente heredó la tarea de poner en práctica lo ya resuelto.
Pero a mediados de este año las arcas fiscales comenzaron a agotarse, y por eso, entre otras medidas de ajuste, Correa ordenó que a todos los uniformados los despojaran de buena parte de sus ingresos (bonos sobre todo). Como remate, delante de una tropa enfurecida que se sentía engañada, insinuó que eran cobardes (“atrévanse a matarme”) y traidores (“me han clavado un puñal por la espalda”), los dos mayores insultos con que se puede ofender a un uniformado.
Con esos antecedentes, ¿qué esperaba cuando se apareció por el Regimiento Quito Nº 1? ¿Una condecoración y un bono?