LOS ENIGMAS DEL MORFEO ANTILLANO / MANUEL NINA CISNEROS EN EL CENTRO MIRADOR



SOBRE LOS SIGNOS DEL SUENO Y EL ASOMBRO
Por Amable López Meléndez

En santo domingo, Manuel Nina Cisneros (1978), emerge como virtuoso fabulador de lo insoluto. Ya en su adolescencia, inicia un “training” creativo en el taller de su primo Dionisio Blanco (uno de los pintores dominicanos más emblemáticos de al segunda mitad del siglo XX) y luego amplia su formación en la Escuela Nacional de Bellas artes, donde cuenta con  profesores de la estatura de Marianela Jiménez (1925-2013), Rosa Tavarez, Amable Sterling y Alonso Cuevas de quienes asimila lecciones magistrales sobre le dibujo, la composición el color y la materia al mismo tiempo que profundiza su rigurosa, fructífera y distintiva compenetración existencial con los fundamentos estéticos y tecnológicos del espacio pictórico.


Así, desde los inicios de la primera década del siglo XXI, la entrega apasionada, su plena concentración en el taller, así como los efectos más impactantes y resistentes de esta misma entrega, atraen a los coleccionistas informados y la atención reflexiva sobre su producción pictórica. Escritores, pensadores y críticos del arte dominicano contemporáneo como Diógenes Valdez, Cándido geron, Virginia Goris, Odalis G. Pérez, Abil Peralta Aguero y Laura Gil Fiallo, cada uno desde su particular mirada analítica, coinciden al advertir la capacidad dialógica y la desconstrucción de los signos identitarios como principales características de la pintura de Nina Cisneros al mismo tiempo que le reconocen entre los exponentes más representativos de la posmodernidad artística dominicana.


Terra ventosa, su primera explosión  individual, presentada en el museo de la Casas Reales (2004) y en la cual impactan poderosamente sus iniciáticas tentativas pictóricas, no solo habría de significar el pase inesperado hacia la prueba de la nebulosa que aun toca al minimarket del arte local, sino también el estallido de una propuesta simbólica cuyo sugestivo repertorio imagético nos asignaba su lectura reflexiva como autentica y efectiva profecía estética.


Obras axiales de su etapa iniciática, resultan las tituladas Espacios atemporales; génesis sobre la terra ventosa; prácticas de levitación; creador de fantasías; lecciones sobre vuelo horizontal; contemplando; vuelo astral; la llama de la pasión; druidas en espacio caribeño; anhelo; testigo temporal; dador de vida; metáfora antillana; teatro de las levitaciones; lago atemporal de las visiones sin reflejo; cazador de nubes aromáticas; viste, caíste, subiste, persiste y cazadora de estrellas en terra ventosa…


En el caso de estas pinturas de Nina Cisneros, lo post moderno se reconoce a través de la seducción por los objetos que encontramos en la territorialidad caribeña y sus ramificaciones. No se trata de un aplique  en tela o de algún uso medido o desmedido de la naturaleza en oposición a la cultura, sino más bien, de un reclamo que el artista le hace al imaginario estético del Caribe insular, cuerpos, formaciones geológicas y vegetales, así como tiempo y erosión, conjugan la visión turgente de un arte que descompone idealidades mediante le color, el trazo unificado y el orden usual de los elementos. Desde la corporalidad  abyecta y sus miembros, vemos flotar pequeños  mundos y puntos luminosos que, además, se desprenden  como hilos mágicos y convergentes en un universo constituido por agua, mirada y cielo. Ángeles que brotan de la naturaleza (y de la cultura misma) tocan objetos y entidades vivientes, creando remolinos que nos envuelvan a pesar de su tendencia a lo maravilloso, suponen la selección de planos mezclados o interferidos por estructuras mentales y proyectadas en orden imaginario.


Asimismo, ante le inesperado y formidable un universo visual de Nina Cisneros, Virginia Goris reacciona sensible, justa y en plena lucidez: la frase de Salvador Dalí que dice; “el pintor no es un ser inspirado, sino alguien en condiciones de inspirar a los demás”, c obra sentido en la obra de Nina Cisneros en cuya impronta reconocen os un derroche de metáforas fosforescentes, agigantadas todas o sumisas al dominio de una textura dúctil, quimérica, difuminada, moteada…


Se trata de un texto básico en el cual Virginia Goris procede a una lectura despejada, justamente auspiciadora, sobre le fascinante potencial imagético que arde en las superficies pictóricas de Manuel Nina Cisneros: “Caribeño militante, la obra de Nina Cisneros está enriquecida por los mitos y leyendas del arco antillano. En ella reconocemos sus mágicos espectrales, surgen globos, pájaros fantasmagóricos, plumajes teatrales, veleros misteriosos, alados unicornios,  sogas, sombrillas, carruajes, argonautas cabalgando sobre aves misteriosas o mujeres de fantásticos tocados florales, vegetales, así como figuras provenientes de su articular bestiario. Pero lo prominente en la propuesta de Nina Cisneros es la simbólica imagen de la luna, marcando su acento medular sobre la naturaleza y la vida de sus arquetípicos personajes. Ella – plateada, enojada, sonriente, picara, emblemática, evocadora- se convierte en una narradora de cuitas y quimeras”.


En efecto, la obra de Manuel Nina Cisneros se abre a la posibilidad de una lectura curtica como súbito paradigma de la posmodernidad artística en santo domingo en tanto su actitud y práctica creadoras implican y expresan la “constante hipermimética”. La persistente transmutación y polisíntesis  de las formas e ideas estéticas neoclásicas y vanguardistas, así como una ruptura instintivamente lúdica con el dogma surrealista de la “intención catártica”. En este sentido, el universo visual de Nina Cisneros, estalla como itinerario límite entre la irrealidad, el sueño, la utopía y la ficción.


De esta manera, Nina Cisneros adhiere una poética renovadora al 2espíritu surrealista2 en la tradición dominicana de la modernidad. Espíritu materializado de manera sublime en aportes pictóricos esenciales como los de Eugenio Fernández Granell (1912-2001) y Jaime Colson (1901-1975). Espíritu que ardera en su máximo esplendor a través de una serie de poéticas pictóricas donde la forma de lo objetivo adquieren niveles altamente especializados de elaboración simbólica, tal como se aprecia en las producciones de Jorge Noceda Sánchez (1031-1987), Iván Tovar, Dionisio Blanco, Manuel Montilla y Alonso Cuevas.


Octavio Paz ha definido el surrealismo más como una actitud del espíritu humano que como uno de los movimientos artísticos de mayor incidencia en las prácticas artísticas capitales del siglo XX. La de Manuel Nina Cisneros es una actitud ética y existencial que florece y trasciende como propuesta estética de radical filiación surrealista. Y aunque penetra de manera brillante los recintos del inconsciente, la cuesto de trona inevitable: ¿acaso ejecuta Nina Cisneros su audaz taumaturgia pictórica, exclusivamente- con la intención única de sacar a flote sus contradicciones ontológicas-como especie de performance autoterapéutica o como un acto de plena liberación síquica?


Entonces pulverizado ya el antropologismo que signa una buena parte de la pintura caribeña contemporánea, la primicia de Manuel Nina Cisneros consiste una obra donde los signos identitarios se materializan en la luz y su policromía; en una latitud espiritual consubstancialmente mágica y, sobre todo, a partir de una intima pulsión existencial que se libera hacia los fértiles abismos del viaje, la fantasía y el asombro. Pulsión que tanto abreva en los signos de la Alquimia y lo ancestral como explora los procesos de mutaciones culturales de la posmodernidad. Pero, Nina Cisneros es un artista que nación con su vocación y su talento. Sus pinturas, traslucen frescura y espontaneidad, así como la reactivación de un poderoso mundo interno y una rebeldía molecular, su factura y sus composiciones son únicamente suyas. A nivel conceptual, su práctica estética destila audacia recursiva y consciencia de oficio…


En la mayoría de las pinturas recientes de Manuel Nina Cisneros, convive una fauna mutante con sus nuevas criaturas cibernéticas, traspasando espacios míticos y territorios mitificados. En primera instancia, estas obras nos seducen por su luminosidad, frescura estética y profusión imaginativa. Entre las obras nos seducen por su luminosidad, frescura estética y profusión imaginativa, Entre la sobras más notables, se impone registrar la as tituladas Comienzo esperado, vuelo de prosperidad y señales(2008); nuevo hogar y Té para tres: ultima década (2009); largo amanecer y tren sobre rieles despejados (2010); atemporal, bosque antillano y lago memorial(2011); el prestamista, uno que viene otro que va, vuelta atrás, recolector de luces, Hombre alado en espacio atemporal y cazadora de estrella (2012).


En estas pinturas ya no hay atmosferas cripticas no visiones perturbadoras. Sólo fantasmagoría, inquietud, enigma y preciosismo. Mitos y leyendas populares del Caribe y de América se entrecruzan con los cuentos de hadas europeos; con una asombrosa multiplicidad de signos mágico-mitológicos y otras tantas imágenes que germinan en los sueños, el inconsciente y la memoria. Sin embargo, habría de ser terriblemente árida toda hermenéutica crítica que se obsesione con el desciframiento de sus contenidos objetivos.



Hombres, mujeres, pájaros, bestias y máquinas, traspasan formas y espacios alterados. Súbitamente, Nina Cisneros invoca os oráculos del sueño y lo fantasmático, desvelando un dialogo “invi-sible” entre los límites geográficos y culturales del hipermundo; entre lo atemporal y los insólitamente cotidiano. Aquí, “El bosque” y “La Flor antillana”, estallan en su fina transparencia y en los mágicos juegos texturales de su policromía. “El recolector de polvo de estrella” es un pequeño y tierno búho cristalino. El gato esotérico del enigma y la vigilia, resguarda travesías y nostalgias desde su precaria nave de juguete sideral. U pájaro hiperbóreo y expectante, anida su esperanza en la robótica. En el polo norte de la luna, arden ahora arbolillos y destellos metafísicos… campanarios, arboles y globos fosforescentes, gravitan sobre campos cubiertos de neblina y sutilmente iluminados.

Manuel Nina Cisneros. Nació en San Cristóbal, republica dominicana en 1978, donde realizo sus estudios de educación básica en el Instituto Politécnico Loyola, el Colegio Santa Rita y el Instituto Cenapec.
Desde muy temprana edad mostro su vocación artística, dirigiendo todo su interés y sensibilidad hacia las artes visuales, devoción esta que le ha permitido obtener varios galardones.

Estudio en la escuela nacional de bellas artes, bajo la tutela de varios maestros de la plástica nacional, entre ellos Rosa Tavarez, Amable Sterling, Dionisio Blanco, José Rotellini, Alonso Cuevas, Freddy Javier, Marianela Jiménez, Juan Medina, carolina cepeda, Soucy de Pellerano y el prof. Briones. Durante sus años como estudiante fue merecedor de varios galardones otorgados en dicho centro; entre ellos el 1er Premio paisaje, 1er premio de pintura al natural, 1er premio en Anatomía y el 1er premio en Perspectiva.



Exposiciones Individuales
2014: “Los enigmas del Morfeo antillano”. Centro Cultural Mirador.
2009: “Noctámbulos”, FIARTY, Santo Domingo, R. D.
2004. “Terra ventosa”, Museo de las Casas Reales, Santo Domingo, R.D.
1999. “Sueños e imágenes de la Naturaleza”, Galería C. Puello Caribbean Art, Santo Domingo.

Exposiciones Colectivas:
2010: feria Internacional FIARTE, Francisco Nader Arte Latinoamericano., Santo Domingo, R.D.
2008: “Grandes obras, pequeños formatos”, Galería Bodden, Santo Domingo, R.D.
2006:”Murales de Arte Dominicano”, Malecón Center, Santo Domingo, R.D. “Tres Visones”, Jorge Solano Galería de Arte, Santo Domingo, R.D. “Arte siempre Arte”, Francisco Nader Arte Latinoamericano.
2003: “12 pintores latinoamericanos con motivo de la Independencia Dominicana”, Galería de Arte Zulug, México, D. F.
2002: “Fantasía y mitos Caribeños”. 15 pintores dominicanos en México, México D.F. “Laberintos inexplorados en la Pintura dominicana. 16 pintores dominicanos en México. Casa del Lago Maestro Juan José Ariola, Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, MExico, D.F. “Símbolos sin fronteras”. “14 pintores dominicanos “Museo Palacio de Bellas Artes, Sala ADAMO Boari, México, D. F.
2001:”Huellas vivientes”, Mediatheque de Leamentin, GUadaluoe. “Contra el racismo o la xenofobia”, auspiciada por la UNESCO, Santo Domingo, R.D. “Contra el racismo o la xenofobia”, Auspiciada por la UNESCO, LA Habana, Cuba.
2000: Galeria L’Esprit des Arts, Miami, FL.
1998: “Ellos”, Biblioteca Republica Dominicana, Santo Domingo, R.D.

Distinciones y Reconocimientos:

2006: tercer premio Concurso Murales Dominicanos, Malecón Center, Santo Domingo.
2005: Seleccionado como miembro del equipo GSE del Club Rotario Dominicano para el intercambio en Oregón, USA.
2004: Seleccionado al IV Premio de Pintura de las Américas, Casa de teatro, Santo Domingo, R.D.
2003 Primer lugar en el Concurso Anual de la Junta Agro-Empresarial Dominicana.
2001: Tercer lugar en el Concurso Anual de la Junta Agro-Empresarial Dominicana.
1999: Ganador del premio “VI Premios Arte y Cultura Fradique Lizardo”, como artista más sobresaliente en el año 1999.
1997: Mención especial en el concurso “Recreando a Goya”.